lunes, 24 de mayo de 2010

Desde las sombras

A mis cuatro siglos lo he visto todo, nació en 1710 en Caracas- Venezuela, mi apariencia en la de un joven de veinte años, me he graduado en cuatro carreras nada más pero en esas cuatro me he reinventado y adquiridas nuevas técnicas conforme la tecnología avanza.

Mi padre siempre dijo que yo vería cosas que ellos no, como la libertad lograda por Bolívar en toda la Gran Colombia, y quien diría que lo que dijo mi padre seria cierto.

Es el año 1720, cumplo los diez años.

-Simón te aseguro que algún día veras cosas que nosotros jamás vimos- me dijo con total convicción cuando me regalo mi primer viaje a Europa, nosotros aunque somos de Venezuela mis bisabuelos son de España y somos de buena posición social.

Así viaje y estudie allí, ahora me arrepiento de haber ido, pues allí fue donde me volví lo que soy… Un ser inmortal.

El que me convirtió fue el Diego García, un navegante que según me contó mientras me entrenaba como vampiro fue que él conoció a Colon y viajo con él a Venezuela, pues estaba aburrido, me explico también que los seres como nosotros se tienden a aburrir y ahora me doy cuenta de eso.

Pase siglos viajando por diferentes países y aprendiendo.

No somos como nos pintan en esas leyendas y cuentos como Drácula o Nosferatu.

-Disculpe señor González pero ya llegamos- me dijo mi chofer

-Gracias Fran, te llamo cuando termine.

-De acuerdo señor.

Camine a la casa de mi clienta, una mujer de sesenta años que estaba demandada por no pagar el alquiler, hoy por primera vez la veo fuera de mi despacho; y si se lo preguntaban, mi chofer es un humano que vive en mi casa, pues los vampiros no podemos entrar sin ser invitados y al estar un humano el protege que ninguno de mis “viejos” amigos vallan a intentar matarme mientras duermo.

Es 1890 y ya son ciento sesenta años desde que me transformaron, ya el frenesí por la sangre humana ha bajado pero aun la sangre me llama. Oír el pulso de una persona a un kilómetro de distancia, hace que mi sed crezca, el ardor de mi garganta esperando a ser saciado también aumenta conforme sigo oyendo aquel palpitante sonido en mis sensibles oídos.

Luego de aprender lo básico me mude lejos de Diego, necesitaba meditar todo con calma, pues me había dado cuenta que el me había regalado un collar que según me explico contenía una sustancia especial que me protegía de la luz del sol por lo tanto la noche que es cuando los vampiros están más activos mas yo debía descansar en algún momento para regenerar mi cuerpo.

Una noche me acosté y un sujeto entro a mi cuarto y lastimo mi cuerpo y me dejo casi muerto pues uso una madera que según los celtas usaban para matar a los vampiros.

Cuando desperté con mis heridas sanadas vi a mi amigo y mentor.

-Buenos días Simón- me saludo- te encontré en tu casa totalmente agonizante y eso es mucho decir para unos seres que no morimos, Lucio intento matarte porque eres mi amigo pero yo ya acabe con él; Simón se que debes seguir con tu existencia pero déjame enseñarte una cosa más antes que te vayas- me acomode y lo mire expectante- Debes tener al menos un humano para proteger tu casa, porque los vampiros no podemos entrar a una casa con humanos sin ser invitados.

-Y ¿como es que yo entre a la tuya hace tanto cuando me transformaste?

-Pues porque Jacqueline te dejo entrar, no recuerdas.

-No.

-Bueno en fin, lo que quiero es que entiendas que no te puedes exponer tanto, porque los demás intentaran acabar contigo por tu territorio de casa. Ya tus heridas están casi al cien por ciento curadas así que podrás irte mañana mismo.

Y así lo hice, me fui a otro lugar. Me mude a Estados Unidos, conocí todo el país y controle mi sed con el paso de las décadas, me fui volviendo más discreto.
Usando la telepatía y un poco de mi fortuna adquirida con el paso del tiempo me compre el banco de sangre de Nueva York para poder tener un suministro de sangre; hasta ahora el único humano que ha sabido de mi inmortalidad es Fran, es el único que no manejo a mi antojo, además el usa verbena que en los tiempos celtas ellos la usaban para espantar vampiros.

Llegue en un suspiro, luego de vagar en mis recuerdos, a la puerta de mi clienta, toque la puerta y al minuto ya estaba la mujer de servicio.

-Buenos días ¿Qué desea?- pregunto y sus rasgos se me hicieron familiares.

-Buenos días soy Simón González el abogado de la señora Wislow, ¿ella está en casa?

-Si señor- pude notar que vacilaba en continuar la frase pero era descortés dejar a una persona en el portal de la puerta así que, no muy segura, añadió- pase por favor- entre como me indico la señorita sonreí amablemente- su rostro se me hace familiar, me parece que lo he visto pero no sé donde.

Solté una risa incrédula o así sonó pues ella tenía razón, si me había visto- No lo creo señorita, primera vez que la veo a usted.

-Es que vera, mi madre me mostró una foto vieja y allí salía un hombre igual a usted junto con una de mis ancestros.
Me quede cayado mirando a la mujer y es la viva imagen de Jacqueline, la sirvienta de Diego.

En eso bajo la mujer anciana y comenzamos a conversar sobre su caso hasta entrada la noche.

-Será mejor que se valla señor González, se hace tarde y Caracas ya no es segura como cuando tenía su edad, en aquella época podíamos estar hasta las once de la noche y no nos preocupábamos por los ladrones.

-Así me cuenta mi abuelo, que antes la capital era tan segura como en tiempos de Bolívar, y eso me lo dice porque él fue profesor de historia de Venezuela- me despedí.

-Señor Simón tenga cuidado- me dijo la señora antes de salir por la puerta- ¿su chofer no viene?

-No descuide, tengo a un amigo que vive por aquí y él me dejara dormir- la señora asintió y yo salí.

Camine y empecé a oler la lluvia y maldije mi suerte, no deseaba mojarme, era como el día que me convirtieron.

Continúe mi camino y vi a una niña sola, me le acerque.

-¿Estas bien?

-Si señor es solo que mi padre me dejo aquí sola, es un indigente- ella tiene diez años y ya habla como una mujer- no quiero vivir como el- en ese momento la sed inundo mi garganta al oler la sangre que brotaba de su rodilla, mis ojos se dirigieron a esa zona y las gotas carmesí me llamaban, ella noto mi vista sobre la herida y dijo- me caí y me golpee.

Yo solo escuche aquello como un murmullo pues mi atención está en esa pequeña área, mi subconsciente humano sabía que estaba mal matarla pero mi instinto y mi sed me llevaron a hacerlo.

La tome entre mis manos y la mire a los ojos.

-No grites- ordene con mis ojos fijos en los suyos, ella asintió y luego añadí- Destapa tu cuello- nuevamente me hizo caso y así me mostró ese pequeño y frágil cuello, oír el palpitar rápido de su joven y virginal sangre me llamo como cuando tenía solo un siglo de existencia, me acerque a ella y mis colmillos salieron y rasgaron justo donde la yugular esta, la sangre comenzó a salir y mientras bebía la niña obediente no hizo ni un suspiro, continúe por unos minutos más hasta que deje de oír su corazón y su respiración se hizo nula; está muerta.

Mi tiempo de existencia me enseño que luego de comer hay que quemar el cuerpo pues no deseo escándalos, y otra cosa que aprendí fue a beber sin permitir ensuciarme la ropa o el rostro.

Tome el cuerpo sin vida y lo lance al pote de basura y con un fósforo le prendí fuego, me fui solo cuando este se apago por completo, dejando dentro solo cenizas.

Comencé mi camino de vuelta a casa, pensando en todo lo ocurrido en el día, luego de un rato llegue a mi casa pero jamás entre porque al pasar por el umbral del patio camino a la puerta caí al suelo y lo pude oír la risa del mismo hombre que intento destruirme hace años.

-Por fin di contigo y ahora no tienes a Diego para protegerte Simon- y sentí como atravesó mi corazón con la daga de madera sagrada y acabo con cuatrocientos años de existencia y así mi existencia desde las sombras término.

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